miércoles, 8 de julio de 2009

De cacería en Cuba


De hecho podría haber sucedido, pero se trata de otra de las muchas leyendas urbanas que circulan por internet, esta vez parece que con el objetivo de arrancar una sonrisa o tal vez de poner en pie de guerra alguna esposa algo celosilla.....

Siempre podremos encontrar el inicio del mensaje contando que la historia es real y que le sucedió a un par de amigos de su hermano, a dos compañeros de trabajo de mi primo, a dos amigos de mi jefe, etc, etc....


Esta historia tiene como protagonistas a un par de amigos un poco golfillos que llevaban un tiempo casados y tenían ganas de echar una canita al aire, por lo que decidieron pillarse una oferta para pasar un fin de semana en Cuba.

Como eran aficionados a la caza , les contaron a sus mujeres que se marchaban de montería a una finca de Toledo donde se iban a poner las botas.
El caso es que marcharon de sus casas cargados para pasar un fin de semana en el campo, es decir, con sus gorros de plumas de faisán, su traje de camuflaje, sus escopetas y sus cartuchos. Se cambiaron de ropa en el coche , vistiendo bermudas y camisas de flores se dispusieron a tomar el avión para Cuba, donde legiones de preciosas mulatitas les esperaban.

Por supuesto, dejaron el coche aparcado en el aeropuerto del Prat (Barcelona) con la ropa y los utensilios de la caza. El problema apareció cuando, en un registro rutinario del parking, los perros policía detectan el olor a pólvora de los cartuchos y dan la alarma. Un equipo de Tedax se desplaza al lugar para proceder a investigar el vehículo, no sin antes intentar localizar a su propietario.


Esta es la reproducción de la conversación que mantuvo la policía con la señora del cazador dueño del coche:

- Buenas... Aquí la policía. El caso es que hay un coche aparcado aquí, en el aeropuerto del Prat, que resulta ser suyo y parece ser que hay algo sospechoso dentro.

- Es imposible, mi marido está en Toledo de montería, cazando ciervos.

- Pues me parece a mí que los únicos cuernos que va a haber aquí son los que acaba usted de adquirir por el mismo precio del billete, porque su marido está en Cuba según nos ha informado la compañía aérea.

El caso es que las dos señoras acudieron al Prat a esperar el regreso de los sinvergüenzas de sus maridos armadas de los convenientes rodillos para cantarles las 40.

También encontramos otra versión de la misma historia, esta vez aprovechando la fecha de las Olimpiadas de Barcelona . (Ya han pasado unos cuantos años de eso, y tal vez la primera historia podría tratarse de una mutación de esta otra)

LOS CAZADORES CAZADOS


Julio de 1992. Apenas quedaban unos días para comenzar los Juegos Olímpicos de Barcelona cuando tres amigos decidieron tomarse una semana de vacaciones en Cuba. A sus mujeres les explicaron que se iban a cazar a Extremadura. Para que ellas no descubrieran el engaño se despidieron pertrechados con el disfraz de cazador, la escopeta, los cartuchos...

Una vez consumada la primera parte de la mentira, los tres amiguetes, ávidos de sexo caribeño, dejaron el coche en el parking de El Prat y volaron a Cuba.


Férrea vigilancia en Barcelona

No contaron los tres cazadores con que Barcelona estaba aquellos días sometida a un férreo control de seguridad. Ni imaginaron que un perro detector de explosivos, en una rutinaria patrulla en el aeropuerto, iba a marcar el maletero de su coche al detectar el aroma dulce de la pólvora prensada de los cartuchos. Mientras ellos tonteaban con cubanas de pago a 9.000 kilómetros de distancia, aquí los artificieros de los Tedax se disponían a forzar el maletero del coche sospechoso para descubrir y explosionar la supuesta bomba.

Sonriente vuelta a casa

Tras incautarse de los cartuchos y las escopetas, los agentes se dirigieron al domicilio del propietario del coche y allí explicaron a una incrédula mujer que su vehículo no estaba en un coto extremeño, sino en el aeropuerto de El Prat, y que sus ocupantes se habían dejado allí todo el equipo de caza. No les costo nada a los guardias civiles comprobar que los tres compañeros de aventura habían ido a cazar, pero al otro lado del Atlántico.

Pasada una semana, cuando los tres amigos bajaron del avión sonrientes y satisfechos llamaron a sus casas para avisar que estaban a punto de llegar. Luego, al acercarse al parking, comprobaron, horrorizados, que el maletero de su coche estaba forzado y vacío. Deprisa, se fueron a El Corte Inglés a comprar ropa de caza y armas antes de presentarse en sus casas.

Allí, sus mujeres les estaban esperando.

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